Soy el sol
que nunca oscurece
y el Dios
que nunca duerme,
bajo tus
sábanas me escondo
y en tu almohada
atormento tu soñar.
Mi deidad se
esconde en el nombre
de aquellos
que sienten más de la cuenta.
Mientras
empiezas tu vida deseando encontrarme,
adoleces el
resto queriendo olvidar.
No te
pierdas entre los caminos,
ve tranquilo
y no preguntes que es mejor;
en el final
del túnel, sentirás que el sufrir es amigo del sentir
y a amar
solo aprendes cuando dejas de pensar.
Prepara la
mesa que viene mi alma a deglutir tu corazón.